La habilidad de reconocer y comprender las emociones de los demás es fundamental para la interacción social y la comunicación efectiva. Charles Darwin, en su obra seminal "La expresión de las emociones en el hombre y en los animales" (1872), propuso que las expresiones faciales emocionales son universales y compartidas entre diferentes especies de mamíferos. Esta hipótesis, revolucionaria en su época, ha encontrado un sorprendente eco en el desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), específicamente en el campo del reconocimiento facial emocional. El presente artículo explorará cómo la IA, a través de algoritmos sofisticados, está validando las intuiciones de Darwin y abriendo nuevas vías para la comprensión y detección de las emociones humanas.